Atrófica y el cuerpo del territorio Entrevista ampliada a Oscar López (GoGal)
El artista visual salvadoreño Oscar López, conocido como GoGal, presenta Atrófica, una exposición que condensa tres etapas creativas y propone una lectura crítica del territorio como cuerpo herido. En esta entrevista ampliada con Revista Cinco SV, López reflexiona sobre sus inicios, influencias y evolución estilística, desde la abstracción lírica de Jardín Útero hasta su incursión en el arte pop durante la pandemia, culminando en una madurez técnica que convierte la ciudad en lienzo, archivo y memoria. Atrófica se construye sobre capas pictóricas intervenidas, lijadas y repintadas, revelando una textura cargada de signos, frases y trazos que interpelan la planitud urbana como profundidad emocional. San Salvador aparece como cuerpo cicatrizado, donde cada imagen encierra otra imagen, y la pintura se convierte en archivo vivo. La muestra, inaugurada el 3 de septiembre en el Museo MARTE, invita al público a recorrer sus capas, a leer el territorio como cuerpo, y a recordar lo que la ciudad intenta borrar.
NOTICIASSEPTIEMBRE 2025
Revista Cinco SV
9/18/20254 min read


Atrófica y el cuerpo del territorio
Entrevista ampliada a Oscar López (GoGal)
Por Revista Cinco SV
El artista visual salvadoreño Oscar López, conocido como GoGal, presenta su nueva exposición Atrófica, una muestra que condensa tres etapas creativas y propone una lectura crítica del territorio como cuerpo herido. En esta entrevista, López reflexiona sobre sus inicios, sus influencias, su evolución estilística y el lenguaje visual que define su obra actual. Su pensamiento pictórico se despliega entre la abstracción lírica, la apropiación pop y una madurez técnica que convierte la ciudad en lienzo, archivo y memoria.
Etapa formativa y primeros reconocimientos
Oscar recuerda con precisión la fecha en que inició sus estudios formales de pintura: el 14 de julio de 2006. “No sé por qué esa fecha se me quedó grabada, quizás por la Revolución Francesa, algo me la ancló”, comenta. Su maestro fue José Antonio Consuegra, aunque desde el inicio optó por una cátedra más libre, enfocada en especializarse en aspectos puntuales del fenómeno pictórico. “No tengo nada en contra de las academias, pero ya había cosas que sentía que debía saltarme. Solo quería profundizar en detalles específicos”.
Su primera serie pictórica, Jardín Útero, tuvo un enfoque intimista. “Pensaba que esa suma de rayitas y puntitos, como la línea que es una secuencia de puntos, podía representar microcuadros, microcosmos. Cada uno reflejaba variaciones emocionales, circunstancias, situaciones”. La serie se construyó desde una abstracción lírica, buscando la emotividad a través del color. “Por asociación, la gente encontraba formas orgánicas con interpretaciones muy diversas”.
La abstracción lírica fue para él una etapa liberadora. Aunque seguía ciertos rigores técnicos, su búsqueda era introspectiva. “Quería contemplar lo interno, desde lo mío hacia lo de ustedes, y que existiera un diálogo intergeneracional”. Con el tiempo, dejó ese estilo para crear otras cosas. “Ya no experimento: hago lo que tengo que hacer. Evoluciono desde técnicas o ismos que me sirven, sin seguir un orden establecido, pero con un repertorio de insumos que puedo usar cuando lo necesite”.
Entre sus influencias iniciales destaca el expresionismo alemán y el abstracto norteamericano. “Estaba muy clavado con los abstractos americanos: Pollock, De Kooning, Helen Frankenthaler, Rothko, Sam Francis, Joan Mitchell, Arshile Gorky. Cada uno con sus particularidades en color y forma. Fueron determinando un estilo más libre y emotivo”. En el ámbito local, reconoce la influencia de Rosamela Valenzuela. “Una maestra de antaño con mucho potencial internacional. Su práctica se alineaba con lo que yo buscaba: dibujar por dibujar, experimentar con texturas físicas y sugeridas por la pintura”.
En 2012 recibió el reconocimiento como artista visual distinguido por Canal 10. “Fue parte de una gala de las artes. Había un programa llamado La Cancha del Arte, con analogías deportivas aplicadas al arte. Participaban poetas, pintores, músicos, fotógrafos, bailarines. La dinámica era por ternas: la gente votaba en línea, por aclamación popular. Fue gratificante entrar en esa palestra cultural. Aunque el país adolece de políticas públicas reales para el arte, y los espacios privados son difíciles de sostener, ese reconocimiento fue una forma válida de difusión”.
Exploración pop y expansión internacional
Durante la pandemia, su obra tomó un giro hacia el arte pop. “Ya tenía la intención de trabajar con íconos populares —soy un niño de los ochentas, crecí entre pegatinas y calcomanías— pero el encierro me llevó a crear un mundo propio. Pasé los primeros meses solo, sin mis hijos, y me refugié en redes, anime, Netflix, mangas. Empecé a tropicalizar elementos del pop cartoon y el anime”.
Aunque dejó de trabajar en ese estilo, reconoce que otros artistas lo han desarrollado con gran técnica. “El pop tiene una línea delicada entre la apropiación y el plagio, pero esa discusión es más de abogados. El artista solo replantea fenómenos y los adapta a sus condiciones. Si quiere, los tropicaliza”.
Atrófica: territorio, memoria y capas de sentido
Su nueva exposición, Atrófica, marca un punto de madurez y honestidad creativa. “Creo que es lo más honesto que he hecho. No lo hice por moda ni por tendencia. Es una muestra que va a evolucionar de una mejor forma, porque en este lenguaje es donde más cómodo me siento”.
La muestra propone una alegoría a la elegibilidad de signos, donde la información cambia de significado al incorporarse a otro contexto. “San Salvador se muestra como un cuerpo con memoria y cicatrices. Un cuerpo herido, que cada cierto tiempo es raspado, pulido, ordenado… pero que va borrando capas de memoria popular”.
Su proceso pictórico es físico y conceptual. “Trabajo sobre la tensión. Construyo capas sobre capas, lijo, repinto, vuelvo a pintar, hasta alcanzar una textura y un grosor específico en el lienzo. Intervengo con dibujos, trazos, frases superpuestas, formas extrañas. Es una especie de amalgama casi ilegible”.
Aunque tropicaliza elementos, no pierde la universalidad. “Bajo cada imagen hay otra imagen, en una multiplicidad de capas. No busco representar las fuentes del origen, sino la estructura de numerosos significados”.
Atrófica genera relaciones objetuales, iconográficas y pictóricas. “Todo vinculado con la planitud, con la bidimensionalidad, como una auténtica noción de memoria. Como una auténtica noción de profundidad. Y todo eso se desprende —o se va desprendiendo— de la simplicidad aparente que nuestra ciudad provee”.
Atrófica fue inaugurada el pasado 3 de septiembre y continúa abierta al público en el Museo MARTE, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de sumergirse en una lectura pictórica del territorio como cuerpo. Aún estás a tiempo de verla, de recorrer sus capas, y de dejarte interpelar por la memoria que se revela bajo cada imagen.
Una exposición que invita a leer el territorio como cuerpo, a mirar la pintura como archivo, y a reconocer que bajo cada imagen hay otra imagen. GoGal nos propone no solo ver, sino recordar.
Nota editorial: las piezas visuales incluidas en esta publicación no forman parte de la exposición actual, sino que pertenecen a trabajos anteriores del artista, seleccionados para acompañar esta conversación ampliada sobre su trayectoria.







