El invencible amor por Liliana Garza

En esta edición de Revista Cinco SV, Lauri Cristina García Dueñas nos invita a leer El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza como un acto de amor y justicia: una reconstrucción íntima de la vida de Liliana Rivera Garza, víctima de feminicidio en 1990, que trasciende el horror para honrar su humor, sus dibujos, sus cartas, su hermandad. Más que una denuncia, el libro —galardonado con el Pulitzer y nominado al Nobel— es un canto a la vida interrumpida, una pregunta abierta sobre lo que se pierde cuando el mandato patriarcal asesina, y una afirmación de que la escritura puede nombrar, sanar y resistir.

ARTÍCULOS Y EDITORIALESOCTUBRE2025

Lauri Cristina García Dueñas

10/28/20252 min read

El invencible amor por Liliana Garza

Cristina Rivera Garza (Matamoros, México, 1961) es una escritora mexicana que estuvo recientemente postulada al Nobel de Literatura por parte de la academia sueca y que ganó el prestigioso premio Pulitzer por su libro “El invencible verano de Liliana”, un canto de amor a su hermana.

El 16 de julio de 1990, Liliana Rivera Garza, hermana de la autora, fue víctima de f3m1n1c1d10 por parte de su expareja Ángel González Ramos. Tenía 20 años y era estudiante de arquitectura en la Universidad Autónoma de México (UAM). Dibujaba, escribía, diseñaba.

Cada día, en promedio, entre 9 y 10 mujeres son asesinadas en México, según ONU Mujeres y, según datos oficiales, el 92% de estos crímenes quedan impunes. Como el caso de Liliana, que recobra vigencia 35 años después, cuando la familia pudo abrir las cajas con sus pertenencias e indagar sobre el expediente y la fuga del homicida. Los dolientes no siempre pueden perseguir a la justicia injusta durante tantos años. Algunos desisten y es válido. El luto tiene dimensiones distintas para cada quien.

Como sobreviviente de violencia de género, durante algún tiempo, quise mantenerme al margen de esta obra literaria, pero mi curiosidad pudo más que mi precaución y no me arrepiento.

Al contrario de lo que uno pudiese pensar, este no es un libro sobre la v1olencia infligida por el perpetrador, aunque la autora es inquisitiva al indagar sobre las causas y complejidades de la v1olencia conyugal basada en una fuente científica.

Lo que tenemos frente a nosotros es la reconstrucción y representación linguística de un vínculo, no siempre popular en las novelas: la hermandad. Hay muchas novelas de “amor”, pero muchas menos de hermandad (y recuerdo aquí, entrañablemente, a “Mujercitas” de Louisa M. Alcott).

Entonces, esta es una historia de la relación amorosa, intrincada, compleja, como son las relaciones entre hermanas, entre Cristina y Liliana, pero también un libro que profundiza en las sutilezas e importancias de la vida interrumpida de Liliana. Su humor, sus amigas, sus amores, sus dudas existenciales, sus diarios, sus dibujos, sus cartas con calcomanías. La pregunta que me surge como lectora es ¿cuánto de la vida y sus posibilidades se pierde cuando un hombre as3s1n4 a una mujer? Por celos, porque ya no puede retenerla, controlarla, utilizarla.

Y lo peor es que la culpa no carcome al perpetrador, sino a los dolientes que se lamentan no haber visto en el aparente “buen muchacho” al criminal. Hijo obediente del patriarcado.

La antropóloga Rita Segato nos advierte de las graves consecuencias del mandato de masculinidad en Latinoamérica y aquí vemos un tan solo ejemplo de tantas vidas segadas por parejas, familiares o exparejas.

En medio de tanto dolor, la novela que catapultó a Cristina a la nominación del Nobel, es tan importante, precisamente, porque es un canto a la vida de Liliana, el cual honra y nombra todo lo bello, intransferible e inexplicable que es compartir la sangre y la infancia con nuestras hermanas y hermanos. Descansa en paz, Liliana Rivera Garza. Larga vida a tu escritura, Cristina Rivera Garza.